La magia de las estrellas fugaces se remonta a los cíngaros, ellos pensaban que una luz que iluminaba la noche alejaba los seres de las tinieblas de sus campamentos. Muchos siglos después cuando vemos una estrellas fugaz en el cielo, continuamos pidiendo, sin pensarlo ni un segundo, un deseo que pueda cumplirse. Y aunque sepa que las estrellas fugaces no son estrellas, y que soy yo la que trabajo para conseguir lo que deseo, me gusta agradecerles mi buena suerte.(Ilustración para Las aventuras de la familia Heinz, ed. Centurione)